lunes, 22 de abril de 2013

Raquel Mizrahi - Madera noble



El frío se hace sentir, estoy helada. Por los resquicios de la ventana chifla el viento a su antojo y ni siquiera prendieron la estufa. Prefiero mil veces el verano, aunque con la humedad me hinche toda y cruja por dentro.
Oigo movimiento en la cocina desde hace rato ¡Que bochinche debo soportar cuando ella prepara la comida! Sin ir más lejos, recién se le cayó una olla al piso, y no sé si me asustó más el ruido que hizo el cacharro o el grito que pegó; quedé temblando.
Me siento desnuda, pero ya falta poco para que me recubra aunque sea con ese viejo mantel de entrecasa, me deja todas las patas al aire pero algo es algo. Para el otro tengo que esperar hasta el domingo.
Encima hoy van a estar ellos dos solos. Espero que no empiecen como ayer, si todavía me duele el manotazo de él, me agarró desprevenida. Se ve que se estaba aguantando y al final la ligué yo. Por suerte fue un golpe sin consecuencias y enseguida me pasó la mano en el lugar para ver si estaba bien; se enoja pero tiene corazón.
Ella igual, ojo, que lo recriminó por lo que me había hecho y se preocupó más por mí que por todo lo que él  dijo.
En fin, cosas que una tiene que aguantar. Peor sería estar a la intemperie…


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