El frío se hace
sentir, estoy helada. Por los resquicios de la ventana chifla el viento a su
antojo y ni siquiera prendieron la estufa. Prefiero mil veces el verano, aunque
con la humedad me hinche toda y cruja por dentro.
Oigo movimiento
en la cocina desde hace rato ¡Que bochinche debo soportar cuando ella prepara
la comida! Sin ir más lejos, recién se le cayó una olla al piso, y no sé si me
asustó más el ruido que hizo el cacharro o el grito que pegó; quedé temblando.
Me siento
desnuda, pero ya falta poco para que me recubra aunque sea con ese viejo mantel
de entrecasa, me deja todas las patas al aire pero algo es algo. Para el otro
tengo que esperar hasta el domingo.
Encima hoy van a
estar ellos dos solos. Espero que no empiecen como ayer, si todavía me duele el
manotazo de él, me agarró desprevenida. Se ve que se estaba aguantando y al
final la ligué yo. Por suerte fue un golpe sin consecuencias y enseguida me
pasó la mano en el lugar para ver si estaba bien; se enoja pero tiene corazón.
Ella igual, ojo,
que lo recriminó por lo que me había hecho y se preocupó más por mí que por
todo lo que él dijo.
En fin, cosas
que una tiene que aguantar. Peor sería estar a la intemperie…

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