Desde este lugar la veré llegar.
Están
restando cuatro minutos.
Observo
al cable aéreo grueso negro dividiendo horizontalmente al sol
anaranjado.
Tres
minutos: El crepúsculo extiende las sombras hasta más no poder.
Dos
minutos: Ahora el sol pende del cable.
Un
minuto: Busco con la mirada ansiosamente.
Diez
segundos: Mi nombre es mencionado casi en voz alta. Con un sí de
aprobación giro.
Ella
da tres pasos al frente ubicándose ante mí.
Estamos
entrando al bar, las mesas con sus sillas dispuestas anárquicamente,
hacen que ella deba desplegar un delgado bastón blanco.
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