viernes, 26 de abril de 2013

Agustín E. Rodriguez -Víspera de una cita a ciegas



Desde este lugar la veré llegar.
Están restando cuatro minutos.
Observo al cable aéreo grueso negro dividiendo horizontalmente al sol anaranjado.
Tres minutos: El crepúsculo extiende las sombras hasta más no poder.
Dos minutos: Ahora el sol pende del cable.
Un minuto: Busco con la mirada ansiosamente.
Diez segundos: Mi nombre es mencionado casi en voz alta. Con un sí de aprobación giro.
Ella da tres pasos al frente ubicándose ante mí.
Estamos entrando al bar, las mesas con sus sillas dispuestas anárquicamente, hacen que ella deba desplegar un delgado bastón blanco.



No hay comentarios:

Publicar un comentario