miércoles, 27 de febrero de 2013

Rita Berté - Vera Viaja

                          

                             
Vera viajaba todos  los días de la semana haciendo dedo, hasta la escuelita rural donde trabajaba,  dependiendo siempre de la buena predisposición de los automovilistas,  pero ese martes 13 no consiguió llegar a horario, iban pasando las horas, preocupadísima pensando en las carencias de  sus alumnos, decidió largarse a pie.
                              Como maestra no solo les abría al mundo del conocimiento, tanto en el aula como cuando  les trasmitía nuevas técnicas agrícolas para implementar en la huerta, a confeccionar  ropas o cocinar los alimentos para cada jornada.
                              Iba tan distraídamente absorta en sus pensamientos, repasando lo planificado para ese día, que no se percató  que un vehículo se detuvo a su lado, amablemente  le abren la puerta del acompañante, por cortesía  acepta  la  invitación de subir, se zambulle en la butaca, siente sus piernas cansadas, se afloja y se va abandonando  y relajando en  sus preocupaciones.
                            Con simples palabras agradece al desconocido  y solidario conductor de llevarla hasta la próxima escuela a seis Km de distancia.
                            Este reanuda la marcha  frenéticamente, sin dirigirle ni siquiera una sola palabra,  ella ya está arrepentida de ser tan temeraria como le dicen a diario sus padres y masculla entre dientes, que quizás hoy no es su mejor día.
                        Vera comienza a inquietarse, su mirada no se despega del recorrido de la ruta,  no intercambian  ninguna palabra, se percata de reojo que calza lentes totalmente opacos  demasiado grandes para su gusto, guantes de cuero negro, bufanda  amarilla y un largo abrigo oscuro, que  le cubre todo el cuerpo, nada queda a la vista, como para intentar  discernir sexo, ni edad aproximada.
                      Con cierto alivio va descontando el Kilometraje hecho, deseando llegar cuanto antes a destino, se le hace interminable el recorrido, ni siquiera se anima a pedirle que la deje bajar en  ese instante.
                     De golpe el auto se detiene, no atina a abrir la puerta, se da cuenta de que el miedo la paraliza, el baja, camina hacia una zona lateral boscosa, continúa su derrotero,  sin mirar hacia atrás, ella se da cuenta que la figura se esfuma, pero también entra en razón que sigue al costado de la ruta ¿qué sucedió? No logra entender, como viajó la mitad del camino, sin que  ningún vehículo apareciera estacionado a su lado, sin embargo  profundas huellas quedaron marcadas sobre el viejo pavimento.

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