-Clara, necesito contarte algo, sos la única
con la que puedo hablarlo; porque Mario
es muy duro para entender ciertas cosas…
-No hagas tanto preámbulo que me estás
intrigando.
- Eh…bueno…,
sucede que… la cretona de mi balcón: se enciende cuando la miro.
- No entiendo,
repetí eso.
-Se enciende es
un decir, se reanima cuando la miro.
-Dame más
detalles.
-Uh, esta vez
parece que me equivoqué, vos también me empezás a mirar raro, como Mario.
- Estoy tratando
de entender lo que estás diciendo ¡seguí por favor!
- Que la
cretona, cuando la miro por la ventana está mustia, pero cuando me acerco y me
paro al lado, revive.
-¿No estarás
necesitando anteojos?
-¡Dudás de lo
que digo!
-Eso de que la
planta está mustia…supongo que la regarás y se recupera.
- No, esto es
distinto: la planta está marchita cuando la miro de espaldas a ella, digamos.
Después, abro la puerta del balcón y en cuanto me acerco, ya es otra. Sin
regar.
- O sea que “se
transforma” frente a tus ojos.
- Claro,
mientras me acerco la miro y revive, es como si sus hojas y flores fueran
velitas, primero apagadas y después encendidas.
-¿Pasó más de
una vez?
- Muchas.
-…
-Estás
conteniendo la risa. Dale, reíte de una vez y
hacete encima si querés, total...
- Mirá: sé que
ciertas personas les hablan a las plantas, dicen que las beneficia; la verdad,
nunca ahondé en la cuestión, ni me interesa. Sabés muy bien que no creo en esas
cosas. Pero lo que estás diciendo me
preocupa, por vos digo. Me parece que algo no está bien, quizás sea el estrés.
-En otras
palabras: pensás que estoy loca.
-Loca, lo que se
dice loca, no. Pero sí alterada. ¿Cuánto
hace que no ves al psiquiatra?
- Desde que
superé lo del insomnio, hace como cuatro años.
-Si dio en la
tecla aquella vez, ahora, una consulta con él creo que va a ser lo mejor.
- Bueno, ya te
conté, ya opinaste. Gracias, pero me voy porque vuelven los chicos de la pileta
y quiero recibirlos con algo preparado.
- No corras
tanto, que se arreglen, si ya están grandecitos…
- Gracias otra
vez.
-Llamame para saber
qué decidiste.
-Hola, ¡qué
tarde llegás Clarita! Te extrañaba…
-Estuve tomando
algo con Delia.
-¿Qué cuenta?
-Nada, un poco
nerviosa, ya la conocés…
-Parece que
estuvieras por llorar.
- Me da pena, es
mi mejor amiga y quiero verla bien.
- Siempre preocupándote
por todo, ¡venga ese abrazo!
¿Tomamos unos mates acá y me contás? Ya huele
a primavera el jardín.
-Bueno, esperame
que preparo.
- Riego las
plantas mientras tanto, les va a venir bien.
-¡Jorgeee, hacé
lugar en la mesita!
-….
-¡Joorgeee! ¿Me
oís?
-…
-Jorge… ¿Con
quién hablabas?
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