viernes, 3 de mayo de 2013

Rita Berté - Travesía

                                                     
Travesía a pie, en auto, tren, avión. Te miro y me pregunto  ¿imaginaste alguna vez la travesía que harías hasta llegar a este lugar? ¿Se te cruzó la idea que cambiarías por sucesivas manos, ciudades, casas y paredes?
Levanto la vista y digo “ mis antecesoras, se sentirían conformes del lugar que has sabido ganar en casa". Desde allí, posees el privilegio de observar todos los días del año, un frondoso jardín, ver desfilar el paso de las estaciones en que todo se cubre de bellos colores, para luego dar lugar a jugosas y sabrosas frutas, o ver la desnudez de las copas despojadas de su follaje verde y rojo con el avance del otoño y comienzo del invierno.
¡Al contemplarte, cuánto me dices! E intento hilvanar una historia ¿Qué edad tendría mi prima Santina al pintarte? ¿Habrá ido sola a comprar lo necesario para plasmarte en la tela?  ¿Será que hizo un curso de pintura o tenía la habilidad  de lograrlo sin ninguna ayuda? ¿Qué pasaría por su mente al elegirte como personaje central de su obra?¿Lo habrá hecho por decisión propia o inducida? ¿Quien le orientó a elegir tus colores? En qué lugar de la bella Génova viviría, cerca del puerto donde partimos con mis padres para venir rumbo a Argentina, o quizás en la parte alta de la ciudad.
Tu enhiesto cuerpo, con engalanada corbata tipo renacentista y  sombrero naranja con manchas alunaradas. Te levantó sobre un verde prado y te rodeó de un frondoso bosque.
¿Imaginaste alguna vez, que emprenderías un largo viaje en el fondo de una valija y después de varias horas de vuelo, llegarías a tu segundo destino?                     
Te trasplantaron del Mediterráneo al Plata, pero te ubicaron en un palco de honor “en el gran comedor de Francesca” Fuiste mudo testigo de alegres y bulliciosas reuniones: cumpleaños,  Pascuas, Navidades y comienzo de Año. Escuchaste altercados políticos, sociales, culturales y de mis semanales visitas y charlas con mis padres.
Cómo me gustaría darte el don de humanizarte unas horas y que me cuentes tantos secretos por ti observados y oídos. Veías a Francesca solitaria ir pasito a pasito sentarse frente a la ventana y ver así trascurrir sus días.
La casa de La Plata se fue enmudeciendo, despoblando y vos quedaste allí solitario en la pared. Te vi frágil, solo, nadie prestó atención en vos, no te dieron real valor. Ahora estás en el comedor de casa, serás mi compañía en momentos de euforias y tristezas.
Cada día que me levanto y te veo, me traes el recuerdo de mi madre, tan materna y cuidadosa en el decir, verdadero canto de esperanza a la vida, superadora en el trascurrir de cada jornada y parafraseando una canción de Teresa Parodi llamada  “Como un capullo”. Dice:
                                   Debajo de aquel naranjo
                                   Un sueño se me ha perdido
                                   He vuelto para encontrarlo
                                  Pero no encontré el camino
                                  La casa cerró sus puertas
                                  El patio madre de entonces
                                  Quedó como un cielo baldío                                     

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