Le puse Minerva, como la diosa. No puedo llevarla a
la escuela y me entristece dejarla sola en el fondo del baúl, pero ella
comprende.
- ¿Venís al campito?
- …
- Dejalo, le gusta hacerse
rogar.
-No le hagas caso, y si te decidís, ya sabés.
Juan es el más bueno. Hoy quería que fuera con ellos
a jugar a la pelota, pero yo no veía la hora de venir a sacarte. Además, eso me
aburre.
El otro día les faltaba uno y no tuve más remedio,
pero no sé para que insisten si después se quejan: “¡movete!”, “¡dejá de correr
como una nena!”, “¿estás en la luna vos?"
-¡Jorgito, abrime!
-Dejame.
-¡Ya está la comida, sabés que no me gusta que te
encierres!
- Ese chico no está bien.
-¿Otra vez con lo mismo?, si vos sos la culpable.
-No me vuelvas a decir así, tenés que hablar con él,
de hombre a hombre.
-Bueno, eso está por verse…
-¡Qué crueldad!, pensar que cuando te conocí eras tan
distinto.
Hoy pasé por la mercería, pero no me animé a
comprarte las hebillas ¡Qué tonto, les digo que son para María y listo! Mañana voy.
Nos vemos en un rato, oigo pasos…
- ¿Qué buscabas?
- Esas hebillas verdes que tenían ayer en la
vidriera…
-¿Las flores o las mariposas?
- Las mariposas con rayitas amarillas.
-¡Ay, qué hombre más detallista!, tiene suerte tu
novia.
- No tengo novia, son para una prima.
-¡Bueno, no pongas esa cara, era una broma!
-Qué chico más raro ¿viste qué mal se puso?
-Una ya no se asombra de nada.
Mirate en el espejo ¿Te gustan? Apenas las ví pensé
que te iban a hacer juego con el vestido. Lástima que nadie más te pueda ver.
Algún día me voy a animar y todo va a ser distinto.
Oigo pasos…
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