viernes, 29 de marzo de 2013

Raquel Mizrahi - Un amor imposible




Las dos luces rojas se perdieron calle abajo hasta desaparecer y ella quedó petrificada detrás de la puerta entreabierta.
Ahora lo imaginaba con una mano en el volante y la otra tomando la de Inés, o acariciándole la pierna como tantas veces.
Porque no les importaba que estuviera sentada atrás, obligada a desviar la mirada hacia la ventana tragándose las lágrimas.

Así había sido siempre. Lo adoraba en silencio sabiendo que Juan sólo tenía ojos para su hermana. 
Las pastillas ya no surtían efecto y sólo al escuchar su voz en el teléfono lograba serenarse. Por él había vuelto a ser una niña traviesa.  
Sin embargo, cuando le dieron la noticia del viaje les ofreció su auto.

Subió las escaleras aspirando el perfume de los tilos del parque. 
Mientras acomodaba la cabeza en la almohada, el viento traía desde la ruta el eco de una sirena y se levantó a cerrar la ventana para que no le perturbara el sueño.


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