lunes, 11 de marzo de 2013

Susana A de Roca - Otro cuerpo, otra vida.


                                      

Una fila de cajas de cristal, con cuerpos de seres humanos de distintas edades, alineadas en forma perfecta, cada una etiquetada con una letra y un número, marcados también en la frente de las personas, es lo primero que se observa en esa habitación, totalmente blanca ; en el centro una camilla con otro cuerpo también sin vida, abierto desde el cuello hasta el pubis, al costado algo así como instrumental quirúrgico.
De pronto el silencio del lugar se rompe con el leve rumor de unas pisadas, un ser verdoso, con una cabeza desproporcionada en la que sobresalen un par de ojos negros, redondos, sin cejas ni pestañas, un par de orificios como nariz y en lugar de boca solamente una mueca.
Se acerca a la camilla y con gran celeridad comienza a extraer todos los órganos, hasta dejar solo una carcasa de carne y hueso. Reemplaza todo lo extraído con circuitos estratégicamente colocados, cierra el cuerpo y lo etiqueta: “K6”, lo deposita en la caja de cristal correspondiente y sale de la habitación; en segundos regresa con otra persona, todavía intacta y con los ojos desmesuradamente abiertos, la mirada de horror no parece impresionar al hombrecillo, hasta que llegan al instrumental transcurre solo un instante, pero para el hombre son como siglos, vienen a su cabeza el recuerdo de los últimos acontecimientos hasta terminar en esa camilla; la invasión extraterrestre, la muerte de miles de personas, los prisioneros y ahora él allí, mira al ser y con una voz casi imperceptible dice:
_¡Estoy vivo!, no obtiene respuesta, _ ¡Estoy vivo!
Pero en ese instante el álien abre su cuerpo con un láser, los órganos aparecen a la vista, el corazón da su último latido, todo es extraído y reemplazado, sobre su frente la marca:”K7” y lo pone en la caja correspondiente.
Hasta hace unos momentos era Pedro Fernández, un conocido empresario, ahora , un robot que servirá a los nuevos dueños del planeta, uno tras otro los sobrevivientes del ataque pasan a engrosar las filas de un ejército de máquinas sin alma.

                                                                 

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