
Pone a calentar
la sopa, busca la servilleta, el vaso y la cuchara.
Mientras revuelve sobre la hornalla, en la radio suenan los acordes tristones de un tango y él acompaña la melodía con su silbido.
Mientras revuelve sobre la hornalla, en la radio suenan los acordes tristones de un tango y él acompaña la melodía con su silbido.
Llena el plato, lo
coloca sobre la bandeja junto al resto de las cosas, y sale de la cocina con la
vianda.
Prende la luz
del velador, apoya la bandeja y da unas palmadas al brazo de la mujer que
duerme de costado en la cama. Ella parpadea varias veces antes de abrir los
ojos y se sobresalta al verlo.
-Despertate, tenés
que comer. Es sopa, no me vas a decir que te costará tragarla –dice al ver que
ella mira el plato con el ceño fruncido.
-Tengo la boca
muy seca, dame un poco de agua por favor.
-Bueno, pero
también vas a tomar la sopa, tiene las verduras bien picadas y fideos –le sirve
medio vaso.
-Agregame más,
siento las pastillas de anoche atoradas en el pecho.
-No empecemos…
La mujer se va
incorporando lentamente. Le tiembla la mano que sostiene el vaso y al llevarlo
a la boca derrama agua sobre el camisón.
-¡Cuidado, tenés
que sentarte! – le grita él.
-Este es el
resultado de toda esa porquería que me hacés tomar.
-¿Te olvidás acaso que el psiquiatra te medicó
porque estabas al borde de la locura?
-Y vos en eso no
tenés nada que ver, claro, sos el santo que atiende en la cama a la mujer
desquiciada ¿Por qué no me das todas las pastillas juntas de una vez?
Ah, me olvidaba,
primero necesitás que firme.
-Hubiera sido
mejor internarte, seguís con esa idea fija. ¿Llegarás a darte cuenta en algún
momento de que lo hago para favorecerte? Es un trámite nada más ¿No sabés que
llegado el caso tus socios se van a quedar con todo lo que es tuyo? Inclinate
que te acomodo los almohadones –baja un poco la voz-: si te componés, el martes
vamos al estudio, nos sacamos el problema de encima y después programamos unas
minivacaciones ¿Qué te parece?
Vuelve a la
cocina y desocupa la bandeja. Por la
radio pasan uno de sus tangos favoritos. Mientras lava los platos, canta
a dúo con el intérprete: “¡Atenti, pebeta, seguí mi consejo; yo soy zorro viejo
y te quiero bien!”
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