miércoles, 3 de julio de 2013

Raquel Mizrahi - Seguí mi consejo

                                                                                                                                                    
                                       
Pone a calentar la sopa, busca la servilleta, el vaso y la cuchara. 
Mientras revuelve sobre la hornalla, en la radio suenan los acordes tristones de un tango y él acompaña la melodía con su silbido.
Llena el plato, lo coloca sobre la bandeja junto al resto de las cosas, y sale de la cocina con la vianda. 

Prende la luz del velador, apoya la bandeja y da unas palmadas al brazo de la mujer que duerme de costado en la cama. Ella parpadea varias veces antes de abrir los ojos y se sobresalta al verlo.
-Despertate, tenés que comer. Es sopa, no me vas a decir que te costará tragarla –dice al ver que ella mira el plato con el ceño fruncido.
-Tengo la boca muy seca, dame un poco de agua por favor.
-Bueno, pero también vas a tomar la sopa, tiene las verduras bien picadas y fideos –le sirve medio vaso.
-Agregame más, siento las pastillas de anoche atoradas en el pecho.
-No empecemos…
La mujer se va incorporando lentamente. Le tiembla la mano que sostiene el vaso y al llevarlo a la boca derrama  agua sobre el camisón.
-¡Cuidado, tenés que sentarte! – le grita él.
-Este es el resultado de toda esa porquería que me hacés tomar.
 -¿Te olvidás acaso que el psiquiatra te medicó porque estabas al borde de la locura?
-Y vos en eso no tenés nada que ver, claro, sos el santo que atiende en la cama a la mujer desquiciada ¿Por qué no me das todas las pastillas juntas de una vez?
Ah, me olvidaba, primero necesitás que firme.
-Hubiera sido mejor internarte, seguís con esa idea fija. ¿Llegarás a darte cuenta en algún momento de que lo hago para favorecerte? Es un trámite nada más ¿No sabés que llegado el caso tus socios se van a quedar con todo lo que es tuyo? Inclinate que te acomodo los almohadones –baja un poco la voz-: si te componés, el martes vamos al estudio, nos sacamos el problema de encima y después programamos unas minivacaciones ¿Qué te parece?

Vuelve a la cocina  y desocupa la bandeja. Por la radio pasan uno de sus tangos favoritos. Mientras lava los platos, canta a dúo con el intérprete: “¡Atenti, pebeta, seguí mi consejo; yo soy zorro viejo y te quiero bien!”


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