Continuaba
esperándola en la puerta del hospital de Quilmes, la ambulancia acalló la
sirena, y pasó despacio por su lado. Marcó por décima vez y esperó escuchar la
voz de Jorgelina del otro lado. Un sonido familiar sonó de pronto: la
música de Roberto Carlos que ella tenía como ringtone; quedó petrificado por un
segundo y luego como un autómata caminó detrás de la ambulancia.
En la puerta de
la guardia , hizo mil preguntas que nadie contestó, los médicos y
enfermeras entraban y salían presurosos, sin decir nada.
Marcó los
números del celular, “¿Qué será de ti?” volvió a sonar, se puso pálido,
tembloroso, entonces la puerta se abrió y apareció ella, con su traje azul del
trabajo, ajado y manchado de sangre, le sonrió, ambos abrieron los brazos
acercándose, y al unirse, el cuerpo de ella lo traspasó.
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