Marta colgó el teléfono y se pasó
la mano por la frente. Cerró los ojos
tratando de ordenar un poco su cabeza. Sergio, su hijo mayor, la llamó
para recordarle que por la noche pasarían a dejar a Nahuel, como habían quedado.
Ella le había dicho que no había problemas, que fueran tranquilos al cine con
Mónica. Le encantaba tener a su nieto en casa. Lo que no recordó es que le
había prometido también a su madre acompañarla al médico por la mañana, al día
siguiente. Y cuando pensó en todas las cosas que le quedaban por hacer, respiró
profundamente y se dijo “yo puedo”. Tomó
lápiz y un papel, no usaba agenda, y trató de establecer sus prioridades.
Lo que hizo a continuación fue
llamar a su hermana.
_Te llamo para ver si Alicia puede venir a darme una mano, la necesito
para mañana. ¿No sabés si le quedan unas horitas libres?
_Pero… si la última vez que fue a tu casa le dijiste que no se
molestara, que por un tiempo no la ibas a necesitar. Ahora no sé, anda con
mucho trabajo.
_ Es que estoy acostumbrada a hacer las cosas a mi manera. Sí, ya sé
que es rápida y que no hay que andarle atrás diciéndole lo que hay que hacer.
Pero no sé, es que no me gusta que metan las manos en mis cosas. Lo que pasa es
que esta noche traen a Nahuel y viste
como es Mónica, siempre tan atildadita y yo, llega la noche y estoy hecha un
trapo. No me gusta que mi nieto me vea así. Además mañana tengo que acompañar a
mamá al médico.
_Bueno, le pregunto a Alicia y te llamo. Hacemos una cosa: aviso que llego más tarde a
la oficina y a mamá la acompaño yo.
_No, yo puedo. Dejo al nene en la guardería y paso a buscarla.
_ ¿Y el curso?
_ No te preocupes, llego a tiempo.
_ Como quieras. Si no podés, avísame así me organizo.
_ No, está bien, gracias. A ver
si te descuentan el premio por llegar tarde.
Cuando llegó Carlos, su marido, lo recibió con cierto tono de alarma
en la voz. Algo que a él le resultaba familiar.
_ Dentro de un rato llegan los chicos y todavía no tuve tiempo de
preparar nada, le dice.
_Si querés pedimos algo para cenar.
_ No, no. Dejá que hago algo rapidito. Sabés que con una sola entrada
de dinero no podemos darnos ciertos lujos. Yo no soy mi hermana.
Carlos no dijo nada, y buscó con la mirada el control remoto del
televisor. Marta continuó:
_Es que Gaby mañana tiene exámen de literatura y la pobre no da pie
con bola. Le tuve que dar una mano. Vos sabés que a mí me gusta ayudarla, de
paso me actualizo un poco. ¡Hace tanto que no leo un buen libro!
_ Pero te la pasás estudiando…
_ No es lo mismo, hablo de
literatura, de ficción.
_ A propósito, ¿ Llevaste el currículum que preparaste para presentar
en ese instituto?
_ No tuve tiempo - Marta desvió la cabeza, abrió la puerta de la
heladera, sacó el queso y empezó a untar unas galletitas, las dejó y puso la
pava para el mate.
_ Pero ¡Hace tres meses que estás con eso!
_ Sí, ya se. ¡ Pero hace tanto que no trabajo fuera de casa!
_ No te entiendo. Siempre te estás quejando de que te agobia la rutina, que necesitás un
cambio, que querés ganar tu propio dinero. ¡Ya le hiciste masajes a toda la
familia! No subiste a Chicho a la camilla porque tendrías que atarlo para que
se quede quieto y no mueva la cola. Lo hacés bien ¡Todos te lo dicen!- Carlos buscaba las
palabras adecuadas para no herirla porque sabía cómo terminaban esas
conversaciones- . A las vecinas no les querés cobrar y más de una se aprovecha.
_ Es que me dá vergüenza cobrarles. Las conozco desde hace tanto
tiempo que las siento como de la familia. Pero bueno, me tengo que mentalizar -
decía casi para sí- después de todo, mi tiempo también vale ¡No puedo estar siempre
a disposición de los demás! Patricia por
ejemplo, puede pagar. Doña Celia no, pobre. Si se le va toda la jubilación en
remedios.
Entonces, atravesando a Carlos
con la mirada y entornando los ojos, continuó reflexionando:
_Pero ella sí que puede. El marido gana la guita loca, ¡Ella no hace
nada y se tira toda la plata encima! Pilchas nuevas, peluquería, salidas con
las amigas y nunca fue capaz de preguntar
“cuanto es”, solo “gracias y nos
vemos otro día”. Está bien que somos buenas amigas, pero a veces me parece que
me toma por idiota ¡Pero se acabó! Ya sé
¿Qué te parece si a partir de mañana pongo una cajita que diga “a
voluntad”? A ver si se avivan de una buena vez.
_ No sé. Me parece que si aspirás a ser una profesional independiente
deberías poner una tarifa, aunque para empezar cobres barato. Pero el precio
ponelo vos.
_ ¡Ah, no, barato no! ¿Sabés
cuánta plata gasté en equipar el
gabinete? Remodelar el cuartito del fondo, alfombra, luces, camilla,
electrodos, ¡El tapiz oriental que me costó un huevo!
_ Cómo no voy a saber si la plata la puse yo.
_ ¿Ves? Ya está ¡Otra vez
echándome en cara que gasto tu plata!
_ Pero no…
_ En el fondo no querés que me emancipe. Te gusta verme encerrada
entre estas cuatro paredes. Si no salgo con Patricia y sus amigas, después que
me invitó tantas veces la pobre, es porque a vos no te gusta que salga sola de
noche.
_ Si yo nunca te dije nada.
_ No decís pero lo pensás!
_ Bueno, ahora el culpable de todo soy yo ¿Quién te incentivó siempre
para que estudies? ¡Yo! Que masoterapia,
aromaterapia, comida naturista, shiatsu
¡Y qué se yo cuántas cosas más! Estoy cansado y tengo hambre. Cambiemos
de tema porque esto termina en pelea ¿Pido comida china?
_ No..., mejor pizza.

margarita!! ya los estoy siguendo!! me gustaria que me sigan en mi blog tambien!!
ResponderEliminarintentare leer mas los blogs, ya que no soy de leer desde la computadora, soy mas clasico ;)
Gracias por leernos Marcos!! Hay una forma de vincular los blogs, necesitaré más "paciencia china" para entender el ciberespacio. Poco a poco lo voy logrando!!
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