jueves, 4 de julio de 2013

Margarita Rodríguez - Paciencia China



Marta colgó el teléfono y se pasó la mano por la frente. Cerró los ojos  tratando de ordenar un poco su cabeza. Sergio, su hijo mayor, la llamó para recordarle que por la noche pasarían a dejar a Nahuel, como habían quedado. Ella le había dicho que no había problemas, que fueran tranquilos al cine con Mónica. Le encantaba tener a su nieto en casa. Lo que no recordó es que le había prometido también a su madre acompañarla al médico por la mañana, al día siguiente. Y cuando pensó en todas las cosas que le quedaban por hacer, respiró profundamente y se dijo  “yo puedo”. Tomó lápiz y un papel, no usaba agenda, y trató de establecer sus prioridades.
Lo que hizo a continuación fue llamar a su hermana.
_Te llamo para ver si Alicia puede venir a darme una mano, la necesito para mañana. ¿No sabés si le quedan unas horitas libres?
_Pero… si la última vez que fue a tu casa le dijiste que no se molestara, que por un tiempo no la ibas a necesitar. Ahora no sé, anda con mucho trabajo.
_ Es que estoy acostumbrada a hacer las cosas a mi manera. Sí, ya sé que es rápida y que no hay que andarle atrás diciéndole lo que hay que hacer. Pero no sé, es que no me gusta que metan las manos en mis cosas. Lo que pasa es que esta  noche traen a Nahuel y viste como es Mónica, siempre tan atildadita y yo, llega la noche y estoy hecha un trapo. No me gusta que mi nieto me vea así. Además mañana tengo que acompañar a mamá al médico.
_Bueno, le pregunto a Alicia y te llamo.  Hacemos una cosa: aviso que llego más tarde a la oficina y a mamá la acompaño yo.
_No, yo puedo. Dejo al nene en la guardería y paso a buscarla.
_ ¿Y el curso?
_ No te preocupes, llego a tiempo.
_ Como quieras. Si no podés,  avísame así me organizo.
_ No, está bien, gracias. A ver si te descuentan el premio por llegar tarde.

Cuando llegó Carlos, su marido, lo recibió con cierto tono de alarma en la voz. Algo que a él le resultaba familiar.
_ Dentro de un rato llegan los chicos y todavía no tuve tiempo de preparar nada, le dice.
_Si querés pedimos algo para cenar.
_ No, no. Dejá que hago algo rapidito. Sabés que con una sola entrada de dinero no podemos darnos ciertos lujos. Yo no soy mi hermana.
Carlos no dijo nada, y buscó con la mirada el control remoto del televisor. Marta continuó:
_Es que Gaby mañana tiene exámen de literatura y la pobre no da pie con bola. Le tuve que dar una mano. Vos sabés que a mí me gusta ayudarla, de paso me actualizo un poco. ¡Hace tanto que no leo un buen libro!
_ Pero te la pasás estudiando…
_ No es lo mismo, hablo de literatura, de ficción.
_ A propósito, ¿ Llevaste el currículum que preparaste para presentar en ese instituto?
_ No tuve tiempo - Marta desvió la cabeza, abrió la puerta de la heladera, sacó el queso y empezó a untar unas galletitas, las dejó y puso la pava para el mate.
_ Pero ¡Hace tres meses que estás con eso!
_ Sí, ya se. ¡ Pero hace tanto que no trabajo fuera de casa!
_ No te entiendo. Siempre te estás quejando  de que te agobia la rutina, que necesitás un cambio, que querés ganar tu propio dinero. ¡Ya le hiciste masajes a toda la familia! No subiste a Chicho a la camilla porque tendrías que atarlo para que se quede quieto y no mueva la cola. Lo hacés bien  ¡Todos te lo dicen!- Carlos buscaba las palabras adecuadas para no herirla porque sabía cómo terminaban esas conversaciones- . A las vecinas no les querés cobrar y más de una se aprovecha.
_ Es que me dá vergüenza cobrarles. Las conozco desde hace tanto tiempo que las siento como de la familia. Pero bueno, me tengo que mentalizar - decía casi para sí- después de todo, mi tiempo también vale ¡No puedo estar siempre a disposición de los demás!  Patricia por ejemplo, puede pagar. Doña Celia no, pobre. Si se le va toda la jubilación en remedios.
Entonces,  atravesando a Carlos con la mirada y entornando los ojos, continuó reflexionando:
_Pero ella sí que puede. El marido gana la guita loca, ¡Ella no hace nada y se tira toda la plata encima! Pilchas nuevas, peluquería, salidas con las amigas y nunca fue capaz de preguntar  “cuanto es”,  solo “gracias y nos vemos otro día”. Está bien que somos buenas amigas, pero a veces me parece que me toma por idiota ¡Pero se acabó! Ya sé  ¿Qué te parece si a partir de mañana pongo una cajita que diga “a voluntad”? A ver si se avivan de una buena vez.
_ No sé. Me parece que si aspirás a ser una profesional independiente deberías poner una tarifa, aunque para empezar cobres barato. Pero el precio ponelo vos.
_ ¡Ah, no, barato no!  ¿Sabés cuánta plata  gasté en equipar el gabinete? Remodelar el cuartito del fondo, alfombra, luces, camilla, electrodos, ¡El tapiz oriental que me costó un huevo!
_ Cómo no voy a saber si la plata la puse yo.
_ ¿Ves?  Ya está ¡Otra vez echándome en cara que gasto tu plata!
_ Pero no…
_ En el fondo no querés que me emancipe. Te gusta verme encerrada entre estas cuatro paredes. Si no salgo con Patricia y sus amigas, después que me invitó tantas veces la pobre, es porque a vos no te gusta que salga sola de noche.
_ Si yo nunca te dije nada.
_ No decís pero lo pensás!
_ Bueno, ahora el culpable de todo soy yo ¿Quién te incentivó siempre para que estudies?  ¡Yo! Que masoterapia, aromaterapia, comida naturista, shiatsu  ¡Y qué se yo cuántas cosas más! Estoy cansado y tengo hambre. Cambiemos de tema porque esto termina en pelea ¿Pido comida china?
_ No..., mejor pizza.


2 comentarios:

  1. margarita!! ya los estoy siguendo!! me gustaria que me sigan en mi blog tambien!!
    intentare leer mas los blogs, ya que no soy de leer desde la computadora, soy mas clasico ;)

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  2. Gracias por leernos Marcos!! Hay una forma de vincular los blogs, necesitaré más "paciencia china" para entender el ciberespacio. Poco a poco lo voy logrando!!

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