lunes, 24 de junio de 2013

Rita Berté - Parque de la Ciudad


Ese viernes, Celina  le comentó a su madre que al día siguiente se reencontraría con sus ex compañeras del secundario, y que para festejar irían al Parque de la Ciudad. Siempre temerosa por las alarmistas noticias televisivas que escuchaba, a la madre no le hizo mucha gracia, y comenzó con una larga lista de recomendaciones ¡Nena, cuídate cuando tomen el tren, no subas a éste en movimiento, no hables con personas desconocidas!
 - ¡Chau mami, nos vemos a la noche! –  Celina se despidió distraídamente.
-Espera chiquita ¡ni un beso me has dado!
-Pero no me voy por un mes, está bien- dijo retornando sobre sus pasos.
La cuestión es que Mary, la madre, quedó atormentada. Envuelta  en su delirante imaginación, había tenido una mala noche, y la sumatoria de preocupaciones fue el detonante del coctel explosivo. Como se dio cuenta de que no podría concentrarse en coser, tejer ni planchar, decidió prender la radio,sintonizar música y esperar ¿Qué más podía hacer?
Mientras tanto las jóvenes, entusiasmadas, riéndose ante cada recuerdo o chiste, llegaron a destino. Decidieron comprar entradas para tener libertad de elegir los juegos que quisieran y repetir a gusto. En banda fueron a probar primero en la montaña rusa, luego en los autitos chocadores, hasta que Ludmila, la más intrépida del grupo, propuso el tren fantasma, y como encontró reticencia en las demás, entró sola. Como pasó el tiempo y no salía, dos de las amigas tomaron coraje y entraron a buscarla. Celina quedó afuera desconcertada ¿Pido ayuda?  Me van a tomar por tonta.. ¿y ahora qué hago? Seguro que éstas me están gastando haciéndolo a propósito, saben que a mí me paraliza todo lo que tenga que ver con el terror. No me queda otra que entrar.  
A todo esto Mary, al ver correr las agujas del reloj, decide llamar a la casa de las compañeras de Celina, donde le responden que no tienen novedad ¡Que no se preocupe tanto! quizás las chicas decidieron ir a bailar. "¿Cómo ir a bailar?" Celina no era de hacer eso sin avisarle.
El sol comienza a asomar, Mary después de pasar una noche en vela decide ir a la comisaría, donde la reciben con sorna "¡Pero señora su hija ya es mayor! Además no se puede tomar denuncia por pocas horas de no retornar al domicilio". Ella insiste, conoce bien a su hija y retruca, hace que le tomen una exposición y le piden que espere en su casa a que la llamen.
Los días se desvanecen como la presencia de las chicas, nada de nada. Se realiza un allanamiento judicial al parque y no encuentran ningún indicio que les llame la atención. Suponen que quizás las compañeras decidieron irse de vacaciones "¿Cómo irse de vacaciones? ¿Sin siquiera hacer una llamada telefónica? ¿Sin llevarse una mísera mochila con los elementos imprescindibles?"
"¡Señora hoy los jóvenes, son así!" Le palmea el comisario riéndose  "¡Quédese tranquila!"
Pasa una semana y Mary, a punto de enloquecer, decide tomar cartas en el asunto e investigar por su cuenta. Saca entrada y va directamente al tren fantasma. Como siempre fue previsora, lleva una linterna muy potente. Hace el recorrido y como en la primera vuelta no ve nada que le llame la atención, decide entrar por segunda vez. Cuando se produce una parada, baja para observar con más detalle y descubre algo que la deja sin aliento: cuatro muñecas de cera a imagen y semejanza de las inseparables amigas.

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