“ En la pampa las huidas no dejan huellas”
Versión Libre del Capítulo VIII de Don Segundo Sombra
Pa´que se enteren: el Rosendo Tapiales no quería convertirse en un ser aburrido y despectivo como sus tías Asunción y Mercedes. Tomó su toro albino por las astas, le enseñó a galopar, le compró aperos con tachas, le dejó crecer su pelambre, lo acostumbró a usar gafas oscuras y le dio clases de percusión.
Albino Negro se convirtió en un integrante más de su banda rockera “Albino Negro”, que era el deleite del pueblo escuchándolo acompañar con el golpeteo de su larga cola contra la caja peruana. Éste aprendió con facilidad todos los nuevos ritmos, sus fans le daban un caluroso recibimiento al grito: “fuerza Albino, eres lo más”.
_ “Bueno que se le va a se”_ Conseguir tanta aceptación en el pueblo estaba bueno, pero siempre pensaba que ya vendrían tiempos mejores para poder saltar a la fama.
En ocasión de ir hacia la estafeta se topó con un grupo de circo itinerante, ésto le despertó mucho interés y los siguió hasta que se instalaron en las ruinas de la vieja estación ferroviaria. Desde ese momento todos los días se hacía de un tiempito para observar cómo preparaban su presentación circense.
_ “Deante” se juramentó conseguir integrar el staff del circo. Siempre estaba dispuesto a relojear a la Aurora, prienda que lo había enamorado y en cuanto ésta salía de la taberna del padre rumbo a la escuela, Rosendo la atropellaba y de tanto mariposearla, consiguió una tarde que lo acompañara hasta el río.
Desde ese día se convirtieron en novios, claro, sin dar aviso al padre de ella, y entre ambos organizaron “juir” de sus casas, siguiendo el derrotero circense. Rosendo había conseguido trabajo de domador y presentador de su número artístico junto a Albino, y Aurora sería la ayudante.
Rosendo no retornó jamás a la casa de sus arpías tías, ni Aurora a la pulpería de su padre llamada “Media Res”. Ya cada uno había hecho acopio de las cosas más necesarias, amontonándolas en un rincón del circo, que utilizaban como nidito de amor al tenderse a dormir.
“Si habrán galopao la pampa sobre sus alazanes”, bañarse de polvareda, aguaceros, ventarrones, entrar y salir de pueblos, actuar, cobrar solo algunas chirolas y gastarlas en necesidades. El viento les fue curtiendo la piel y toleraron sus inclemencias guarnecidos bajo los gruesos ponchos.
A través de periódicos, el pueblo se fue enterando de las actividades de esta caravana itinerante y de la fama lograda a nivel nacional, como integrantes de un circo de primera línea.
En ocasión de instalar una sala de primeros auxilios, el pueblo organiza un evento, por lo cual invitan al nativo grupo.
Afortunadamente éstos aceptaron el convite. Hubo gran asado con cuero, regao con tintillo, carreras de cuadreras, sortija y taba.
Las tías de Rosendo ya habían fallecido al igual que el padre de Aurora. “La pareja estaba a sus anchas, como chanchos en su chiquero”. En sus cabezas comenzó a rodar una idea, pero era difícil arriesgar una decisión, después de una semana la toman a dúo: reabrir la taberna “La Media Res”, alternando los fines de semana con un nutrido número de espectáculos artísticos, siempre con la presencia del inseparable Albino Negro.
Pero de golpe se produjo una implosión ¿Qué es lo que estaba pasando? ¿Una visión distorsionada de la realidad? Como respondiendo a una orden, todos los personajes presentados se sumergen al unísono en la página veintitrés de una revista, de donde no debían haberse atrevido a salir.
Eran protagonistas de la nueva historieta aparecida en los puestos de diarios y revistas, tanta era la difusión y aceptación adquirida, que hasta en sueños se la podía leer siguiendo sus aventuras.
Eran protagonistas de la nueva historieta aparecida en los puestos de diarios y revistas, tanta era la difusión y aceptación adquirida, que hasta en sueños se la podía leer siguiendo sus aventuras.
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