domingo, 30 de junio de 2013

Margarita Rodríguez - La Luna, satélite natural de la Tierra



La luna llena suspendida en lo alto iluminaba todo el entorno cuando pensó
¿Cuántos secretos guardará la luna desde su origen?
Rita Berté

Yo tengo una luna en mi casa,
Yo tengo una luna redonda,
A veces se pone chiquita.
Con ella yo juego a la ronda.




Cuenta la leyenda que un día la luna, cansada de su destino que la encadena al planeta Tierra, le preguntó a Dios por qué eligió ese derrotero para ella:
Entonces Dios le reveló que su misión es ayudar a los seres que la habitan para mantener el equilibrio de la creación.
_ Ay Dios, tengo miedo, ahora vienen por mí. Ser testigo de la vida en el planeta a veces es placentero pero otras me asusta. Nos hemos beneficiado mutuamente durante millones de años. Pero hay una especie que cree dominar a las otras. Qué destruye y manipula, aún a los de su mismo género.
_ Vos no te imaginás lo hermosa que se te ve desde allá. Sos inspiración de poetas y enamorados. Nadie niega tu seducción, aunque algunos con sus cuentos hicieran creer a otros que convertís a los hombres en lobos y todas esas tonterías. Intentan difamarte y sembrar el terror, que es una de las formas que eligieron para predominar sobre todo lo demás. ¿No ves que también hacen creer que yo soy severo y castigador?
En mi obra estaba previsto que la naturaleza se regule a sí misma. La desarrollé de modo que cada especie lleve en su germen propuestas superadoras, para que puedan modificarse y subsistir. Diseñé a cada ser para que crea en sus propias capacidades. Pero algunos hombres, creen tener más conciencia que el resto de los seres con los que cohabitan la tierra. Se vanaglorian de su inteligencia y subestiman la sabiduría. Inventaron una palabra: Poder, es la palabra más engañosa que pudieron haber creado. Tu misión es mantener este planeta en órbita. Hay hombres que estudian las leyes naturales buscando sabiduría, crearon las ciencias y desarrollan su actividad motivados por la curiosidad y las buenas intenciones. Pero algunos de ellos, hombres al fin, olvidaron los principios básicos de mi creación y se asociaron al Poder que ostentan otros hombres, e intentan conquistarte. Aquellos que ven más allá de los fríos números,  descubrieron tu misión y están tratando de convencer a los que se hacen llamar líderes de que te dejen en paz.

Los cráteres  que podemos  ver hoy con un simple telescopio en toda la superficie lunar, no están causados por asteroides ni piedras estelares, sino por las partículas que emiten en forma de pensamientos las mentes más agresivas. Si estos no fueran absorbidos por la Luna, harían más estragos en la Tierra, poniendo en peligro su estabilidad y supervivencia.


Desde entonces la luna entendió la Palabra, y redobló los esfuerzos. Inspirada en los que sufren por amor, aceptó su destino. Despojándose de su aura, lo que nosotros llamamos atmósfera, se expone a los golpes y nos ayuda a vivir un poco mejor.

lunes, 24 de junio de 2013

Rita Berté - Parque de la Ciudad


Ese viernes, Celina  le comentó a su madre que al día siguiente se reencontraría con sus ex compañeras del secundario, y que para festejar irían al Parque de la Ciudad. Siempre temerosa por las alarmistas noticias televisivas que escuchaba, a la madre no le hizo mucha gracia, y comenzó con una larga lista de recomendaciones ¡Nena, cuídate cuando tomen el tren, no subas a éste en movimiento, no hables con personas desconocidas!
 - ¡Chau mami, nos vemos a la noche! –  Celina se despidió distraídamente.
-Espera chiquita ¡ni un beso me has dado!
-Pero no me voy por un mes, está bien- dijo retornando sobre sus pasos.
La cuestión es que Mary, la madre, quedó atormentada. Envuelta  en su delirante imaginación, había tenido una mala noche, y la sumatoria de preocupaciones fue el detonante del coctel explosivo. Como se dio cuenta de que no podría concentrarse en coser, tejer ni planchar, decidió prender la radio,sintonizar música y esperar ¿Qué más podía hacer?
Mientras tanto las jóvenes, entusiasmadas, riéndose ante cada recuerdo o chiste, llegaron a destino. Decidieron comprar entradas para tener libertad de elegir los juegos que quisieran y repetir a gusto. En banda fueron a probar primero en la montaña rusa, luego en los autitos chocadores, hasta que Ludmila, la más intrépida del grupo, propuso el tren fantasma, y como encontró reticencia en las demás, entró sola. Como pasó el tiempo y no salía, dos de las amigas tomaron coraje y entraron a buscarla. Celina quedó afuera desconcertada ¿Pido ayuda?  Me van a tomar por tonta.. ¿y ahora qué hago? Seguro que éstas me están gastando haciéndolo a propósito, saben que a mí me paraliza todo lo que tenga que ver con el terror. No me queda otra que entrar.  
A todo esto Mary, al ver correr las agujas del reloj, decide llamar a la casa de las compañeras de Celina, donde le responden que no tienen novedad ¡Que no se preocupe tanto! quizás las chicas decidieron ir a bailar. "¿Cómo ir a bailar?" Celina no era de hacer eso sin avisarle.
El sol comienza a asomar, Mary después de pasar una noche en vela decide ir a la comisaría, donde la reciben con sorna "¡Pero señora su hija ya es mayor! Además no se puede tomar denuncia por pocas horas de no retornar al domicilio". Ella insiste, conoce bien a su hija y retruca, hace que le tomen una exposición y le piden que espere en su casa a que la llamen.
Los días se desvanecen como la presencia de las chicas, nada de nada. Se realiza un allanamiento judicial al parque y no encuentran ningún indicio que les llame la atención. Suponen que quizás las compañeras decidieron irse de vacaciones "¿Cómo irse de vacaciones? ¿Sin siquiera hacer una llamada telefónica? ¿Sin llevarse una mísera mochila con los elementos imprescindibles?"
"¡Señora hoy los jóvenes, son así!" Le palmea el comisario riéndose  "¡Quédese tranquila!"
Pasa una semana y Mary, a punto de enloquecer, decide tomar cartas en el asunto e investigar por su cuenta. Saca entrada y va directamente al tren fantasma. Como siempre fue previsora, lleva una linterna muy potente. Hace el recorrido y como en la primera vuelta no ve nada que le llame la atención, decide entrar por segunda vez. Cuando se produce una parada, baja para observar con más detalle y descubre algo que la deja sin aliento: cuatro muñecas de cera a imagen y semejanza de las inseparables amigas.

sábado, 22 de junio de 2013

Raquel Mizrahi - El lector

                                                  


La luz de los ventanales, el alto respaldo de un sillón de terciopelo verde, la cabeza del hombre en el sillón leyendo una novela.
Julio Cortázar / Continuidad de los parques 

Vicente Corvalán, sentado plácidamente en el sillón, está a punto de terminar de leer la novela. Pero antes hace una pausa para que sus ojos, ávidos de luz, atraviesen la claridad de los ventanales y se pierdan entre los árboles del parque. La sombra de las frondosas ramas se proyecta en su mirada.
Cuando retoma la lectura, vuelve a meterse en la piel del hombre que ignorando su suerte y con un libro entre las manos, apoyará la cabeza en el sillón por última vez.
Aunque es mejor no anticiparse, porque Vicente Corvalán aún no lo sabe.

A medida que recorre las últimas líneas, se revuelve incómodo en el asiento y un sudor frío lo estremece. De pronto da un respingo y levanta la cabeza: tiene los ojos espantados, como si la sorpresa y el temor se hubieran juntado en ellos.
No le queda mucho tiempo.
Corre a su escritorio, saca el arma del cajón y retira el seguro.
Mientras espera detrás de la puerta, presiente los pasos amortiguados por la alfombra.



                                                                                       

viernes, 21 de junio de 2013

Rita Berté - Nunca Ahora




                                                           

Cuando ya no camine estas baldosas
Ni gaste mis suelas este suelo
Ni quede impronta de mis cansinos pasos
Ni el ondular de mi cuerpo siga estelas
Ni mis ojos observen a través de rendijas
Cuando nada sea igual a lo que fuera antes
Cuando no haya retorno del pasado
Con solo pensarlo remontaré cuestas
Sin necesidad de cuerdas o escalas
Entonces seré solo yo y el abismo
Sin que nadie se interponga en mi senda
No habrá pedido de clemencia
Ni regalos posibles aceptados
Seré solo yo y mi entorno
Sin que nada obstruya el camino
Entonces solo restará la espera
Que decida por mi cuerpo y mi mente

Rita Berté - Javier el Carpintero

 


De la madera del pino, Javier hizo una puerta
Pero también una ventana, y una gran biblioteca
Noble material duradero, que apareces junto al niño
Como canción de cuna madre, acompañándolo con dulzura
Hasta que éste va creciendo y se sienta en una silla
Donde comienza a comer, con cuencos hechos a mano
Que heredó de su abuelo, carpintero de los cerros
Que en una lejana mañana, decidió cambiar de oficio
Se dijo en tono grave, ahora quiero ser músico
Deleitó a todo el pueblo, meta violín y charango
Caja, guitarra española y hasta en piano de cola
Que dirían sus ancestros si lo vieran a Javier
Comenzó a escribir partitura, sobre una carpeta de leño
Para que dure por siempre, para toda la descendencia
Para que lo aplaudan con ganas a Javier el carpintero
  

viernes, 14 de junio de 2013

Rita Berté - El gaucho rockero y domador

                                                              
                                                                                             “ En la pampa las huidas no dejan huellas”   
 Versión Libre del Capítulo VIII de Don Segundo Sombra
Pa´que se enteren: el Rosendo Tapiales no quería convertirse en un ser aburrido y despectivo como sus tías Asunción y Mercedes. Tomó su toro albino por las astas, le enseñó a galopar, le compró aperos con tachas, le dejó crecer su pelambre, lo acostumbró a usar gafas oscuras y le dio clases de percusión.
Albino Negro se convirtió en un integrante más de su banda rockera  “Albino Negro”, que era el deleite del pueblo escuchándolo acompañar con el golpeteo de su larga cola contra la caja peruana. Éste aprendió con facilidad todos los nuevos ritmos, sus fans le daban un caluroso recibimiento al grito: “fuerza Albino, eres lo más”.
 _ “Bueno que se le va a se”_  Conseguir tanta aceptación en el pueblo estaba bueno, pero siempre pensaba que  ya vendrían tiempos mejores para poder saltar a la fama.
 En ocasión de ir hacia la estafeta se topó con un grupo de circo itinerante, ésto le despertó mucho interés y los siguió hasta que se instalaron en las ruinas de la vieja estación ferroviaria. Desde ese momento todos los días se hacía de un tiempito para observar cómo preparaban su  presentación circense.
_ “Deante” se juramentó conseguir integrar el staff del circo. Siempre estaba dispuesto a  relojear  a la Aurora,  prienda que lo había enamorado  y en cuanto ésta salía de la taberna del padre rumbo a la escuela, Rosendo la atropellaba y de tanto mariposearla, consiguió una tarde que lo acompañara hasta el río.
Desde ese día se convirtieron en novios, claro, sin dar aviso al padre de ella, y entre ambos organizaron “juir” de sus casas, siguiendo el derrotero circense. Rosendo había conseguido trabajo de domador y presentador de su número artístico junto a Albino, y Aurora sería la ayudante.
Rosendo no retornó jamás a la casa de sus arpías tías, ni Aurora a la pulpería de su padre llamada “Media Res”. Ya cada uno  había hecho acopio de las cosas más necesarias, amontonándolas en un rincón del circo, que utilizaban como nidito de amor al tenderse a dormir.
“Si habrán galopao la pampa sobre sus alazanes”, bañarse de polvareda, aguaceros, ventarrones, entrar y salir  de pueblos, actuar, cobrar solo algunas chirolas y gastarlas en necesidades. El viento les fue curtiendo la piel y toleraron sus inclemencias guarnecidos bajo los gruesos ponchos.
A través de  periódicos, el pueblo se fue enterando de las actividades de esta caravana itinerante y de la fama lograda a nivel nacional, como integrantes de un circo de primera línea.
En ocasión de instalar una sala de primeros auxilios, el pueblo organiza un evento, por lo cual invitan al nativo grupo.
Afortunadamente éstos aceptaron el convite. Hubo gran asado con cuero, regao con tintillo, carreras de cuadreras, sortija y taba.       
Las tías de Rosendo ya habían fallecido al igual que el padre de Aurora. “La pareja estaba a sus anchas, como chanchos en su chiquero”. En sus cabezas comenzó a rodar una idea, pero era difícil arriesgar una decisión, después de una semana la toman a dúo: reabrir la taberna “La Media Res”, alternando los fines de semana con un nutrido número de espectáculos artísticos, siempre con la presencia del inseparable Albino Negro.
Pero de golpe se produjo una implosión ¿Qué es lo que estaba pasando? ¿Una visión distorsionada de la realidad? Como respondiendo a una orden, todos los personajes presentados se sumergen al unísono en la página veintitrés de una revista, de donde no debían haberse atrevido a salir. 
Eran protagonistas de la nueva historieta aparecida en los puestos de diarios y revistas, tanta era la difusión y aceptación  adquirida, que hasta en sueños se la podía leer siguiendo sus aventuras.      
                      

Margarita Rodríguez - La Pastora



La estancia había cedido una franja de sus tierras para la prolongación de uno de los ramales del ferrocarril del oeste, a condición de que construyan allí un apeadero. Las vinculaciones de su dueño con un encumbrado funcionario le facilitó el pedido, de esa manera cumplía con varios objetivos: uno era la mejor comercialización de sus productos, mejor acceso a compra de materiales y el traslado de personal que venía de los pueblos vecinos ya que la intransitabilidad de los accesos, limitaba y retrasaba la productividad de la misma.  La prosperidad del establecimiento como la de los alrededores aumentó notoriamente. El trazado de la línea férrea en esa primera etapa concluía dos pueblos más adelante.
El nombre de la estancia fue puesto en honor de la hija del dueño y pasó a ser de uso frecuente entre vecinos y viajantes. En un cartel de madera puesto al costado de la vía, junto a un pequeño andén podía leerse: “Apeadero La Pastora”.
Cuando la niña creció solía dar largas cabalgatas y descansar  al amparo del bosque  de robles cercano al paso del tren. Empezó a familiarizarse con los rostros que veía a través de la ventanilla, el movimiento diario del apeadero ya lo conocía, como a muchos de los vecinos que usaban este medio de transporte. Periódicamente veía un rostro desconocido, era un hombre joven que seguramente viajaba por negocios a alguna de las estaciones próximas.
Cierto día la sorprendió apeándose del tren, sus miradas se habían cruzado varias veces y se preguntaba si él albergaba el mismo sentimiento de curiosidad e interés con respecto a ella. Creyó encontrar la respuesta al verlo parado en el andén mientras el último vagón se alejaba. El joven caminó hacia ella, se presentó: era viajante de comercio y periódicamente visitaba los pueblos del lugar, ahora que el ferrocarril se había extendido, pudo aumentar él también su cartera de clientes. Le dijo que desde que la vio por primera vez, su imagen lo acompañaba durante la ausencia y que no veía la hora de volver. Que su mirada no le pareció indiferente y por eso descendió, necesitaba conocerla.
Pasaron muchas horas juntos;  él dejó de lado sus ventas por ese día y tomó el tren de regreso a la capital  a las seis de la tarde. Quedaron en que la próxima, ella subiría al tren y lo acompañaría al pueblo.
Así fue la rutina durante algún tiempo, fortuita y clandestina ya que Pastora estaba comprometida con el hijo de otra familia prominente de la zona, pero no creía estar enamorada de él. El joven aprovechó para convencerla de que no tomara decisiones apresuradas, que la amaba con locura pero no tenía un futuro para ofrecerle por el momento ya que  estaba forjando con mucho sacrificio una situación económica digna. La pasión que los envolvió en el bosque y que continuaron en la habitación donde se hospedaba él, nada tenía que ver con realidades y se dejaban llevar en cada encuentro como si fuera el primero y el último.

El gobierno decidió que ese como tantos otros ramales era improductivo y que generaban pérdidas considerables. Sorpresivamente fue levantado el servicio, “el tren dejó de pasar” leyó en el periódico local. Esperó noticias de su amante que nunca llegaron. Fue al pueblo, no le costó demasiado averiguar la procedencia de la mercadería que él vendía y así fue como, recopilando datos, dio con su paradero. Estaba a punto de cruzar la calle y tocar el timbre cuando ve salir de la casa a una pareja con dos niños. Él  los acarició en la mejilla y se despidió de su mujer besándola en los labios. 

miércoles, 12 de junio de 2013

Raquel Mizrahi - Con los brazos abiertos


                                                                                   

Tuve tiempos mejores.
Recuerdo cuando era visitada por tantas manos ávidas que hurgaban en mi interior y me entregaba a ellas rebosante, plena, dispuesta siempre a saciar cuanta necesidad estuviera a mi alcance.
He sido fuente de placer y pasatiempo para quien me los demandara.
Aunque no todos acudían buscando divertirse. Hasta me atrevo a decir que ésos eran los menos. Porque también fui proveedora de saberes y testigo de profundas reflexiones.
¿Acaso vale más una cosa que la otra? A todos di lo que esperaban.
El mundo cambia, pero yo sigo siendo la misma. Y el que quiera venir a mí, siempre encontrará lo que esté buscando.



Margarita Rodríguez - Yamila



“Las miré cómo se miran las guascas viejas que ya no se van a usar”
Don Segundo Sombra, cap. III

Cualquier sitio era mejor que ese. Caminó despacio entre la gente aún adormecida, escrutó cada vidriera, persiana y puertas de negocios, buscando un cartelito salvador. No miraba a la cara para  que nadie se dé cuenta que estaba sola y perdida.
Se dirigió a un puesto de diarios, con los pocos pesos que había ahorrado compró uno y en el primer bar que encontró abierto pidió un café con leche. Primero leyó el horóscopo: “nuevos caminos se abren hoy para los nacidos en…”. Siguió con los clasificados, había pocas ofertas.  “Muchacha con cama adentro” y se le iluminaron los ojos.  Tendré techo y comida, pensó, y decidió intentarlo. Luego de un llamado, se presentó en la dirección indicada. A pesar de no haber llevado referencias, la suerte jugó a su favor. Comenzó a trabajar inmediatamente. Apenas instalada,  ordenó los ambientes con diligencia y preparó el almuerzo. Supo que su patrón partía en viaje de negocios esa misma tarde y el desánimo se apoderó de ella. “Ya no tendría sentido estar acá, pensó, se deshará de mí inmediatamente”.  No dijo nada y siguió trabajando.
 A media tarde entró al departamento una mujer de mediana edad, algo mayor que él. Al ver la maleta y un bolso de mano preparados en el living, preguntó:
_ ¿Tenés todo listo? Veo que te organizas muy bien.
El hombre llamó a la muchacha que se había escabullido en la cocina y la presentó, diciéndole:
_ Mi hermana se quedará a cargo el tiempo que yo esté ausente. Más o menos sabes lo que hay que hacer, así que no vas a tener problemas.
Los colores le volvieron al rostro.  La mujer notó el cambio de ánimo de la muchacha, sin embargo le advirtió:
_ No soy tan confiada como mi hermano, me contó que no tenés referencias. ¿Es tu primer trabajo? Inquirió, a lo que la chica asintió con la cabeza, y prosiguió diciendo:
_ Vivo en el departamento que está frente a este. Podés escuchar la radio durante el día, si querés. También podes usar el televisor del cuarto de servicio pero solo después de cenar, eso sí, mañana a las siete te quiero ver despierta.
Esa noche por fin pudo dormir de corrido, sin sobresaltos. Cansada pero feliz.
Y soñó. Soñó con la cara de su tía Ruth, flaca, angulosa, cuya nariz de pico de carancho asomaba brutalmente entre los ojos hundidos, así se le presentó en el sueño. Soñó con su madre y hermanos.

Los mayores habían partido antes que ella, eran tres, pero casi no recordaba sus caras. Extrañaba a los cuatro que quedaron en El Chaco;  soñaba que les llevaba regalos y veía sus caritas felices y por fin los ojos de Teresa se humedecían de felicidad. No como cuando le dijo:
-Vas a ir con tu tía Ana, te espera en Buenos Aires.
Lo dijo fríamente, ordenándoselo. La acompañó a la ruta y la puso en el micro; se quedó mirando la parte trasera del vehículo hasta que se perdió en la curva y pensó “a ella no le va a pasar”, evocando cuando su propia madre la llevaba a esa misma ruta y la ofrecía a los camioneros que pasaban a cambio de despegar las tripas y calmar el llanto. Esto Yamila nunca lo supo. Por eso no entendía porque se crió sin un padre, hasta que se cansó de preguntar a una Teresa seca de lágrimas y de palabras. Teresa tampoco sabía que cuando  Ana pidió por su hija, aquella se hacía llamar Ruth.
En la casilla de la Isla Maciel,  Yamila conoce a  otras dos, de piel ajada y pelo teñido como el de su tía. La recibieron cariñosamente. Una le acarició la cabeza, siguiendo con los dedos un mechón de su largo cabello negro.
Las mujeres habían discutido la situación con anterioridad, cada vez tenían menos clientes. Los estibadores que solían frecuentar la casilla, ya no pasaban. Sólo quedaban los viejos borrachos de siempre, pero de esos no se podía vivir. Por eso a Ruth le pareció una buena idea “salvar el negocio” trayendo a su sobrina. Prefirieron no iniciarla todavía hasta que se quitara las costumbres del campo y asimilara los nuevos códigos. Estaba segura que la chica le agradecería con el tiempo haberla rescatado de esa vida miserable. La morada, además era utilizada como refugio de delincuentes, depósito de cosas robadas y drogas, actividad de cual ellas también obtenían sus ganancias.

Jamás pasó una noche tranquila mientras estuvo ahí, padeció acosos de todo tipo. Las mujeres no la apuraban pero le hacían entender que no la mantendrían por mucho tiempo más, comenzando a adiestrarla en las artes de ganarse la vida. Comprendió que permanecer en esa guarida significaba entrar en el negocio y lo que veía no le gustaba. Conoció algunas familias con niños que le recordaban a sus hermanos;  veía que muchos hombres y mujeres trabajaban, algunos eran albañiles, otros iban al puerto. Se sintió con coraje y planeó la huida; guardó unos pesos que  había ahorrado,  puso unas pocas ropas en un bolso cuando nadie la veía y esperó la noche. Estuvo despierta hasta que las otras volvieron, bien entrada la madrugada. Hizo que dormía y cuando todo estuvo en silencio tomó sus cosas y salió sin hacer ruido. Caminó por los pasillos, al principio La inmensidad de la noche le infligió miedo, pero a medida que avanzaba la incipiente alborada comenzó a dar forma al paisaje. Experimentaba una satisfacción desconocida, la satisfacción de estar libre, mientras el sol salía sobre su existencia nueva. Sin ningún atisbo de duda, cruzó el riachuelo.

lunes, 3 de junio de 2013

Raquel Mizrahi - Un peculiar amanecer

                                                                   

Mientras se desperezaba en la cama, oyó el roce del papel en las baldosas. Se incorporó de un salto y atravesó el patio que lo separaba de la calle.
Cuando recogió el sobre, comprobó sorprendido que su cintura no acusaba dolor, y pensó con optimismo que por fin empezaban a surtir efecto las nuevas pastillas que el médico le había recetado.
Sin embargo, le costaba sacar la carta: sus uñas estaban demasiado largas y rompió un pedazo de papel en el intento. Se miró las manos y descubrió en ellas unas gruesas callosidades; se las llevó a la cara, recorrió sus mejillas y notó que  la barba le había crecido desmesuradamente. 
Su tendencia a la hipocondría no pudo haber llegado tan lejos… Decidió que lo mejor sería darse una ducha relajante para alejar los malos pensamientos. 
¿Pero por qué tantos cambios en una misma mañana? -se preguntó intrigado mientras encendía la luz del baño. 
Al mirarse en el espejo encontró la respuesta, y cuando quiso gritar, de su garganta salió un aullido.

sábado, 1 de junio de 2013

Margarita Rodríguez - La novela



La humedad se deposita sobre un colchón de hojas caducas, acelerando la descomposición. No hay materia que no ceda a los estragos, son las leyes del reino.
Cora se aleja de la ventana que da al jardín, toma nota y guarda el papel en una carpeta, dentro del cajón del escritorio, antes de que sus pensamientos se desvanezcan en el aire. No puede continuar con su novela; ella sola se metió en un fárrago de conceptos inconclusos. Extrae la carpeta, dibuja flechas, en cada una de ellas anota posibles salidas para los protagonistas, pero la trama se cierra obstinada y todo vuelve a converger en un punto en torno al cual giran las ideas a gran velocidad, ejerciendo una fuerza centrípeta donde todo a su alrededor se desvanece.

Ella ve desintegrarse su figura y ahora sus manos son rayos de energía direccionados hacia ese punto infinito y remoto. Las escenas y personajes, que tenían la fragilidad del papel, cobran vida. La casa se transforma, su cuerpo no está allí, sólo es energía pura. No tiene necesidad de moverse ni de hablar. Las cosas se acomodan solas, ya no la necesitan.