lunes, 21 de abril de 2014

Rita Berté - Sembradores de odio

Que hubo falsedades, siempre todos los años aparecen y caen unos cuantos en la redada y creen a pie juntilla lo escuchado, publicado, observado. “Si yo la escuché al Juan cuando miraba la tele, que hablaban del asunto” ¿De qué asunto se interesa la Juana? Si, de ese tema difícil, “de que van a importar máquinas pesadas extrañas para hacer un gran foso, para llegar al centro de la Tierra” _Vamos Juana, déjate de inventar historietas, ponte a trabajar seguí tejiendo que tenemos que terminar el pedido y entregarlo, deja de perder tiempo en fantasías. _ Te juro “Que el Juan me contó de que es cierto”, el escuchó en la Tele todo lo que te acabo de contar y nosotros le creemos como si fueran palabras dichas por el padre Julián en la misa de los domingos. _”No pongas en tu boca lo que dice el padrecito”, no mesclemos los temas, con lo dicho en la tele. _Sigo tejiendo, pero sigo recordando esas palabras, que para mí son ciertas, él no miente lo conozco casi desde que nacimos. Este entredicho, se fue replicando en los puestos del pueblo, en las casas, escuelas, oficinas y cada vez que alguno salía de viaje lo repetía como lorito, agregando lo que su imaginación le regalaba, es así que se fue armando un relato explosivo que recorrió de Norte a Sur y de Este a Oeste en el país y de paso algún suertudo que viajó al exterior, abrió su valija y ya fue imparable. A causa de trascendidos, las grandes potencias comenzaron a enviar poderosas flotas marinas de naves y submarinos a propulsión nuclear, se establecieron bases cercando al país, las ojivas nucleares direccionadas hacia la ciudad capital. Los dueños de Grandes Grupos Económicos optaron por retirar sus empresas, silenciosamente siguieron los Bancos, los Industriales Nacionales, los Gremialistas. El país quebró, los agricultores dejaron de sembrar y cosechar, los alimentos a escasear, las aulas vacías, los hospitales llenos hasta en los pasillos, comenzaron a faltar los medicamentos, el cementerio comenzó a expandirse sobre tierras fiscales y particulares. El panorama era más que desolador, comenzaron las ejecuciones masivas empujadas por el miedo, terror, dejaron de reproducirse las familias ante tamaño desconcierto, el terreno ya estaba abonado para iniciar la invasión. 

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