jueves, 26 de septiembre de 2013

Susana Abbatantuono, Capricho real

                                      



                                              CAPRICHO REAL

  Era la doncella elegida para complacer al monarca.
  Llegó al aposento real custodiada por  guardias .
  El soberano la esperaba acostado en su cama. El abdomen de un blanco lechoso, sobresalía desmesuradamente de las sábanas de seda, que le tapaban hasta la cintura.
  En el rostro cubierto por una espesa barba roja, se reflejaba su lujuria.
Le ordenó calmadamente,  pero con firmeza que se desnudara lentamente.

  Ella comenzó con timidez pero a la vez sensualmente,  dejando caer prenda por prenda al piso.

  El monarca hacía movimientos con sus manos debajo de las sábanas, y cuando finalmente llegó al éxtasis, ordenó a la joven que doncella que se retirara.

sábado, 14 de septiembre de 2013

Margarita Rodríguez - El duende



Los chicos corrían por toda la casa haciendo travesuras. La madre, para calmarlos, les prometió que si se portaban bien, cuando baje el sol, vendría el duende a dejarles golosinas en el jardín.
Como les quedaba un largo día por delante, les asignó algunas tareas: Juancito debía recoger los huevos del gallinero; Lucas barrer las hojas del jardín y María ordeñar la vaca.
Los varones, que eran más traviesos, se confabularon para espiar al duende, apoderarse rápido de las golosinas y así, eludiendo a su hermana, tendrían más para ellos.
Luego de las tareas asignadas por su mamá, debían concluir las tareas escolares. Como los niños seguían confabulando, esto les llevó toda la mañana. María, muy concentrada, terminó sus deberes con facilidad y se dirigió a la cocina. La madre estaba preparando unas exquisitas confituras con las que sorprendería a sus hijos al atardecer. Entonces, para que la niña no se diera cuenta de lo que estaba haciendo, le pidió que ayudara a los hermanos con sus deberes y, obediente, así lo hizo.
Cuando terminó de ayudar a sus hermanos volvió a la cocina. La madre escondió rápidamente las golosinas recién horneadas en una caja y la guardó en la parte alta de la alacena. Pero, en el apuro, se deslizó la hoja con la receta al piso. María la recogió y leyó con curiosidad, luego la guardó.
Partieron los tres para la escuela. Entre corridas y risotadas, Juan y Lucas iban pateando piedras y cuanto encontraban en el camino. María para no ser golpeada caminaba detrás, entreteniéndose con la lectura de la receta que, distraída, había guardado en su bolsillo.
Al regresar, luego de la merienda, la madre les preguntó cómo se habían portado. Todos respondieron que muy bien y los varones, con la escusa de ir a jugar, salieron al jardín a espiar la llegada del duende. Pero la madre ya había escondido las golosinas más temprano. Como todavía faltaba bastante para el atardecer, María le pidió permiso para practicar una receta. Recomendándole que lo hiciera con cuidado, accedió y se retiró a ordenar las habitaciones.
La niña puso en práctica lo que había estudiado en el camino y preparó un montón de excelentes  confituras.
Al anochecer, cuando tuvieron el permiso para revisar el jardín, Lucas y Juan encontraron fácilmente las golosinas que la madre había ocultado a medias detrás de unos arbustos. María estaba tan entretenida en la cocina que tardó en salir al jardín. Ambos varones se repartieron rápidamente el botín y se lo comieron antes de que llegara su hermana.

Pero, ante el asombro de los hermanos, ésta apareció con una fuente repleta con las mismas golosinas que gustosa compartió con toda su familia.

sábado, 7 de septiembre de 2013

Rita Berte - La tua figura



Guardo la tua figura riflessa
nell acqua chiara dell fiume
i tuoi occhi chercano
di allinearsi con i miei
quando succede, é come se
tutto il fuoco della gioventú
fuggesse da te ed arrivasse súbito a me.
Antichi tempi pieni di fulgore
Ora momenti di serena armonía.
Allora prendi le mie mani
Le bacci forte fortísimo
come volendo ritenere, quel tempo passato
insieme al calore del nostro abraccio

lunes, 2 de septiembre de 2013

Susana Abbatantuono, La mudanza

                                         




                                          LA MUDANZA

Habían esperado mucho tiempo por esa mudanza. Al fin tenían la casa de sus sueños.
Ese día Victoria llegó  junto a su niño, con todas las cosas muy temprano. Mauro estaba de viaje de negocios, así que ella tendría tiempo para poner orden y sorprenderlo.
 Empezó con el cuarto de Bauti, quien  colaboraba muy entusiasmado, desarmaron cajas de juguetes, armó la compu y enchufó la tele, para que estuviera entretenido.
La ilusión la cargaba de energía y todo iba quedando acomodado. Se acercó para ver a su hijo, quien conversaba animadamente con los juguetes.
Suspendió las labores para comer y ya en la noche, se preparó para ver una película con Bautista quien se reía y conversaba, tras su pregunta, respondió que estaba jugando con su nuevo amigo...
Vieron tele por un rato y a dormir.
Se levantó a las ocho y siguió con su labor, Mauro regresaría al día siguiente, y quería que todo estuviera en su lugar.
Bauti jugó casi todo el día en su habitación, y ella terminó de arreglarlo todo. Después de la cena, dejó a su hijo viendo un libro y se dispuso a bañarse.
Bautista llamó _Mamá_ y nadie respondió, nuevamente _ mamáá!_ y una vos de ultratumba contestó:
_no hay mamá!
Y la puerta se cerró de golpe...

Mauro regresó temprano, subió llamando a su familia, y encontró al niño aterrorizado debajo de la cama, y en el baño, Victoria muerta en la bañera con el secador en el agua...

                      


Margarita Rodríguez - Había muerto cuarenta años atrás



¡Hola! Sentate, vení. Sentate a mi lado. Hace mucho que no hablamos. ¿Cómo encontraste este lugar? Está un poco alejado, pero en casa ya no se podía estar más. No nos dejaban hablar tranquilos. Decían que asustamos a los chicos, ¡Que locura!
Acá me cuidan, no me gritan tanto ni pierden la paciencia cómo en casa. Dentro de un rato la enfermera vendrá y apagará la luz para que pueda dormir.  Vení, paseemos por el parque, como siempre. La noche está fresca pero hay una luna hermosa.
El domingo vinieron a buscarme. Si, ya sé que estabas de viaje, ¡Siempre tan ocupado vos!
¡Qué paseo raro! Me llevaron a un cementerio y nos acercamos a una lápida. Los chicos pusieron unas flores y Martita suspiraba.
No me gustan esos paseos, son tristes. ¿Cómo pueden divertirse visitando tumbas, la tumba de alguien que murió hace cuarenta años atrás?

Dale viejo, vení. Contame cómo te fue en tu último viaje.