sábado, 28 de diciembre de 2013

Rita Berté - Mirada otoñal en la madrugada


La tribu donde había nacido Pacha, siempre relacionaba vida con la estación del año, sea para sembrar, cubrir los andenes de cultivo con paja, para disminuir los efectos de las heladas, para emprender largas caminatas en búsqueda y acopio de provisiones para el período invernal. Su sino estaba determinado desde el primer instante de vida, por los astros que se distribuían en el bordado manto nocturno. Desde que Pacha nació, tuvo necesidad de aprender los saberes que le trasmitieron oralmente, salvo para elegir mujer ¡Eso sí que fue complicado! Cuando se acercaba, huían. No entendía esa actitud descortés, hasta que una mañana divisó desde lo alto de un cerro una claridad que lo encegueció y se preguntó, si no estaba en presencia de algo caído del cielo. Antes de que el sol apareciera nuevamente en el horizonte se dirigió hacia ese lugar, caminó varios días hasta que llegó a un mundo diverso de donde estaba su choza. Sintió mojarse los pies, continuó la marcha, se fue hundiendo en una laguna y vio que otro ser lo observaba debajo del espejo de agua, se dio vuelta pero no había nadie a su alrededor, dirigió nuevamente la vista al espejo de agua y reapareció el desconocido visitante, observándolo. Pensó en lo fulero que era la naturaleza para con ese individuo, comenzó a moverse para atraparlo y sacarlo fuera del agua, pero continuos remolinos, desdibujaron la figura reflejada en el agua, todo el día repitiendo la misma operación, hasta que el cansancio y el frío le hizo desistir, su mirada en esa otoñal madrugada le enseñó que en realidad era su figura, la dibujada en el lago y salió despavorido, huyendo de la diabólica imagen abandonada en el lago.

Rita Berté - Era un barrio


Era un barrio en formación, como en pañales y rodeaba por el Sur el anillo de circunvalación de Rosario. Desde la autopista las casuchas, parecían a punto de desplomarse a tierra tal castillo de naipes, especialmente si soplaban fuertes ráfagas. Los materiales utilizados eran descartes, que en cómodas cuotas les iba proporcionando los habitantes de los alrededores. Así fue como el barrio comenzó a dibujarse tal damero multicolor, visibilizado desde la distancia. Allí estaba el hogar de Juanito Ríos, este vivía junto a hermanitos y su madre, ésta no logró darle un porvenir venturoso, era lo que había y a conformarse, pero él no cuestionaba para nada su destino. Por la mañana saltaba de la estrecha red, que hacía de cama compartida y junto a la madre salía a cirujear en rincones conocidos, donde manos caritativas dejaban, un vaso de leche, para calmar dolores estomacales, revolvían cajones en el Mercado de frutas y verduras, con la intensión de llenar la olla del puchero diario. ¡Negra perra la suerte del grupo! Más negra que el carbón utilizado por la madre de Juanito para hervir los alimentos. Ese día se le ocurrió llevar a casa un porta retrato con una vieja foto en la cual se veía sonriente a una pareja y la colgó en la pared presentable del cuartucho que ocupaban. Lo miraba y pensaba ¿Así sería su madre en el día de boda? Entonces la tomaba entre sus manos y se hacía cientos de preguntas ¿En qué lugar de este mundo caminaría su padre? Un día decidió sacar la foto del marco, quería acariciar con sus dedos los rostros. Grande fue la sorpresa, encontrar escrita una dirección. Al día siguiente de curioso fue en busca de ese lugar y desde ese entonces toda la familia desapareció de la villa, sin dejar rastro alguno. Solo después de unos años Juanito fue en busca de un recuerdo que quedó marcado a fuego en el corazón: Rosalía para que sea su compañera de ruta para el resto de sus días y la encontró con su carita aniñada pegada contra el vidrio, de la pequeña ventanita que la conectaba con el resto de las miradas. Rosalía le preguntó la causa de la ausencia de todos ellos, entonces Juanito le contó la historia, al llegar a la dirección que figuraba en el cuadro, correspondía a una casona antigua, cuyo dueño lo estaba esperando junto a su esposa inválida, aquel matrimonio tenían cifrada la esperanza en que alguna persona se acercaría hasta ellos y como no habían tenido hijos, tenían necesidad de compañía… Juanito, hermanos y madre fueron lo que ellos necesitaban y en compensación les dejaron sus bienes.

Aroma, sonido, color

El canto de los pájaros despertaron a Daniela antes del amanecer con continuos gorgojeos. La estaban recibiendo en su entorno natural, dándole el bautismo de bienvenida con homenaje musical incluido, huésped de “Las Cabañas en su Salsa” situado en pleno bosque tropical, en la provincia de Salta. Aún acostada en su cama, no se animaba a interrumpir el concierto escuchado, era mucha la emoción contenida, ya se imaginaba usando el binocular ubicado en las casillas de visualización en lo alto de los árboles. Observando hábitos nidificación, apareamientos y alimentación de pichones. Jamás había pernoctado en una posada en medio del bosque, se había preparado durante muchísimos años estudiando Biología, especializándose en ornitología, deseaba poder llegar a investigar mucho y poder contribuir a la ciencia. Por fin se había cumplido su anhelado sueño, luego de ingentes sacrificios ahorrando peso a peso para adquirir pasajes y pagar hospedaje. ¡Pensar que pasaría 30 días allí! Era difícil de interpretar la emoción que le embargaba. Se levantó con mucho sigilo y con su larga vista intentó visualizar, con las primeras luces del alba las elegantes siluetas que le devolvían los lentes. También comenzó a disfrutar de la cercanía del bosque que la rodeaba, se veía totalmente empequeñecida, ante tanta magnificencia de la masa vegetal con sus gigantescas arboledas de toda graduación de tonos, entrelazadas con elegancia había enredaderas, lianas, parasitas y epifitas. En algún momento pensó que llegaría a descubrir nuevas especies, tan grande su autoestima, que se sentía en lo más alto del pedestal científico. Se vio caminando por estrechos senderos envuelta en la maraña. Apenas le llegaban tenues rayos del sol, de la gran espesura imperante y por breves momentos, llegaba a ver el celeste cielo. El lugar elegido era de lo más natural, poco modificado por el hombre y estaba orgullosa con el equipo de ropa especialmente adquirido. Que más le podía pedir a la vida, si todo aquello que deseaba se le había hecho realidad. De golpe, escuchó un estridente grito: la estaban llamando, era la voz de su madre, ¿Qué haría en el medio del bosque? Seguía sin entender nada, algo estaba funcionando mal. Sintió gritos más fuertes, le parecía que le estaban pisando los talones y luego que le estaban sacudiendo el cuerpo todo, “Daniela despiértate por favor se enfría el almuerzo. Hoy cociné lo que tanto te gusta ravioles con salsa de tomates, ya está toda la familia sentada a la mesa ¡Solo faltas vos, por favor apúrate! Papá y tus hermanos están con mucho apetito esperando tu presencia”………….. Rita Berté

domingo, 22 de diciembre de 2013

Sueño, Susana Abbatantuono

                                              



      El Semáforo se puso en rojo y el auto detuvo su marcha. El hombre en su interior, bostezó. Últimamente le costaba dormir, por eso comenzó a tomar ansiolíticos.
    Desde tiempo atrás, la vida de Alejo se había vuelto caótica y solo encontraba paz y calma en el sueño,   por eso, dormir era lo mas importante!
  El sueño es parecido a la muerte, es la desconexión con todo lo real.
  Era un solitario, silencioso, atrapado en sus problemas.

 Estaba llegando, las calles estaban oscuras, un nuevo corte, reflexionó, paró el coche ante la puerta de la cochera con las luces encendidas para poder abrir.
 De pronto una ráfaga casi imperceptible, y una infinita clama que se parece tanto al sueño!…


                                   

domingo, 8 de diciembre de 2013

Susana Abbatantuono - Aprobación materna

                           





                                        APROBACION MATERNA

  Necesitaba la aprobación de su madre, para poder armar su futuro. Por eso la invitación de esa tarde era crucial, no solo porque estaba enamorado, sino porque su madre, a diferencia de otras veces,  participaría del encuentro a la hora del te.
   La anciana, presidia la mesa coquetamente preparada, envuelta en un traje sastre color café, y con el cabello ralo, recogido en un rodete.
   Justo a tiempo, el timbre precedió la entrada de la joven, con un hermoso ramo en la mano.
  El encuentro entre ambas  mujeres,  fue realmente  desagradable, y creo una nueva frustración  para el hijo…
  Días mas tarde en un allanamiento por la desaparición de la joven, la policía, la encontró acomodada en la mesa del te, sin cabeza, frente a una anciana momificada.